20/11/07

Poltergeist gatuno

Ayer, en otro fracasado intento de suplir mis carencias fiísico-emocionales con un par de compras, me metí en el Natura de Sevilla decidido a llevarme algo nuevo a Madrid, para afrontar el viaje de vuelta con un batidor de capuccinos, un bolígrafo-linterna-imán-punterolaser y un recién adquirido sentido para mi vida.



Para el capuccino no lo sé, pero como batdor de cola-cao va realmente bien.

Lo mejor llegó cuando, probando las millones de posibilidades de mi nuevo bolígrafo multifunción, encontré la más divertida. Volver loco al gato. Y es que realmente ya se ha convertido en una obsesión la de encontrar y perseguir al puntito rojo.



Hasta el punto de que al levantarme el gato seguía mirando hacia la pared en la que vio por última vez al dichoso puntito que aparece y desaparece. Tengo miedo de que acabe degenerando a alguna psicopatía grave. ¿Debería dejar de usarlo?

12/11/07

Acabo de llegar

Por motivos laborales hay días que me tengo que ir a dormir a Sevilla, Málaga, Tarragona o Huesca. Anoche me tocó málaga, en el paleolítico tren Talgo 200.

El hotel totalmente maravilloso, con bañera de burbujitas, gel de ducha, kit de afeitado (aunque no me sepa afeitar), aftershave (aunque siga sin saber afeitarme), gorra de ducha, kit dental, kit de costura, y todas esas pijadillas que nos gusta robar de los hoteles para ir a tirarlas en casa. Tras el primer ¡GUAU QUÉ CHULO! y tirarme en plan muerto a la cama de 4x4, llegó el baño eterno.



Habíamos quedado a las 8.25 abajo para volver a Madrid, pero eran las 8.35 y en la recepción no había nadie. En un primer momento pensé que se trataba de la puntualidad española y que aún faltarían diez minutitos para que aparezcan, pero por si acaso le pregunté al recepcionista si había visto a un par de chicos disfrazados como yo salir del hotel. Tras su negativa me relajé de nuevo.

Volviendo a Madrid, y en la típica charla de minidescanso, le pregunto a mi compi que qué tal ha dormido. "Muy bien, pero he tenido un sueño muy raro en el que mataba a un compañero de tripulación". Ni siquiera tuve tiempo de poner cara de que me parecía normal cuando me vino a la mente la portada de "Sucedió en el Ave". Ni sé de qué va el libro, pero en mi mente parecía claro (habiendo dormido sólo cuatro horas, conste). Desde ese momento huí de cuchillos de metal y del horno de convección como del diablo.

¡Al fin y al cabo estoy en casa!

9/11/07

Fairbanks

Llevo un par de semanas con ganas de mudarme a Fairbanks, una ciudad norteamericana situada en Alaska. ¿Por qué iba a querer algo así?. Pues porque reune un montón de fenómenos extremos o muy muy curiosos en apenas una ciudad de 35.000 habitantes.

Hablo de cosas como la aurora boreal, muy visible varias noches de verano en tan peculiar sitio. O del día sin noche, que coincide con el solsticio de verano, y durante el cual la luz solar no cesa en todo el día.



Los fairbankenses organizan jornadas deportivas "nocturnas" aprovechando la luz del sol. Conocidas son las noches del golf con jornadas de lo más extrañas. No me gusta el golf, pero pagaría por probar a hacerlo de 12:00am a 4:00am como si fuera plena tarde.

También me atraen las temperaturas extremas. En Fairbanks, la temperatura media en enero es de 35 grados bajo cero, con mínimas de menos 54 grados. Me imagino saliendo disfrazado de pingüino con veinticuatro jerseys y doce pantalones, para ir a comprar leche, deseando volver a casa a taparme bajo un millón de mantas con mi colacao calentito.

En el solsticio de invierno, la luz del sól es sólo visible durante tres horas y pico. ¡Qué emoción! ¡te echas a la siesta al amanecer y te despiertas nuevamente de noche!

Eso sí, irme solo significaría depresión absoluta en esas noches eternas, así que si alguien se atreve, que vaya tramitando el visado y me mande un mail con la fecha preferida.

4/11/07

c

El otro día hablaba con un amigo de esas canciones que te encantan pero debes esperar a oirlas cuando no haya nadie, porque, aunque te encantaría oírlas en el pub de la esquina, sabes que no procede, que es como Camilo Sesto en la discoteca de moda.

Vease cantar canciones de Marta Sanchez, de cualquiera de los 'triunfitos', o, sin ir más lejos, algúnos grandes éxitos de José Luis Perales. Y de éste es de quien voy a hablar.

Desde mi primer reproductor de Mp3, por el que pagué cualquier barbaridad por sus ilimitados 128 megabytes de espacio, llevo siempre la canción "Un velero llamado libertad" de Perales en la lsita de mis favoritas.

Ahora, 6 años después sigo oyendo la misma canción en momentos de bajón y de nostalgia y alegría. Algo me une a esa canción, pero es evidente que no es cuestión de modas, sino más bien de recuerdos que van de la mano junto a todas las etapas de mi vida, con la misma banda sonora al fondo. Y es que al ponerla me pasan por la mente cientos de recuerdos, desde mi primera despedida en un aeropuerto hasta los días tristes intentando olvidarlo todo a la orilla del mar.

Y me gusta seguir oyéndola, para en un futuro ponerla y que en vez de cientos sean miles de recuerdos pegados como lapas a esta canción.

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