24/8/17

La nebulosa del futuro

Vivo días convulsos en cuanto a la cantidad de cosas que podrían pasar o no pasar inminentemente. Es por eso que no he vuelto por aquí a contar nada, en espera a que pronto haya muchas cosas que contar.

Mientras tanto, estoy viendo Juego de Tronos en un último intento de integrarme en la sociedad moderna. La cuestión es que las series con tanta sangre y crueldad innecesaria se me hacen difíciles de digerir, entonces llevo una temporada y media pero me he enterado de media temporada. No pasa nada, persevera y vencerás.

Para quien no sepa cómo catalogarla, es una especia de Friends, pero ambientada en la edad media, salvo que los amigos se traicionan TODOS, y para la tercera temporada sólo queda vivo Ross. Está bien, no tiene nada que ver con Friends.

De resto, os mantengo en vilo, como ocurre al final de cada capítulo de Juego de Tronos, hasta la próxima publicación.

15/8/17

Your name.

Os conté que hace un par de días salí de Japón. De Japón me traje algún que otro disgusto, varias alegrías y un par de miles de yenes sin gastar. Quizás calculé mal.

En esta ocasión tuve la suerte de volar en una compañía nipona hasta Taiwan, en la que pude disfrutar de un servicio excelente, como aquellos que solían dar todas las aerolíneas en los 80. Y no quedó ahí la cosa; entre la selección de películas encontré una que hacía ya tiempo quería ver. Your name.

A "Your name" se le ha dado mucha publicidad y eso me hizo pensar que quizás era puro marketing, pero... ¡Ay! Teníais que haberme visto evitando pestañear para no mojar en lágrimas mi ternera con salsa teriyaki.



¿Le has dado ya al Play? No os voy a contar nada sobre la película, por si quedase alguien que pasara por aquí y no la hubiese visto aún, pero tiene mensajes profundos, embellecidos con una animación preciosista y una banda sonora rompecorazones que le viene que ni pintada.

El viaje asiático está llegando a su final. Me gustaría decir que me da pena, pero el clima en Taiwan es irrespirable fuera (44º de sensación térmica) e iglú en las tiendas e interiores, una combinación que nos trae a mí y a mi resfriado (con el que tengo una relación más larga que algunas amistades) por el camino de la amargura. Sumado a una época de emociones fuertes, le comentaba hoy a alguien que llegó el momento del parón. De pisar el freno, y reflexionar en casa, sentado junto a un mate, hasta recuperar las energías que me vienen faltando.

Creo que haber retomado esto contribuye a ese "reflexionar" que tan olvidado he tenido en esta última etapa de mi vida. Razonar y actuar, en lugar de hacer todo lo contrario.

14/8/17

El cementerio de recuerdos

Estoy en Taipei, capital de Taiwan, donde son la 1:57 de la madrugada en el momento en el que escribo estas líneas. Llegué aquí hace un par de días desde Tokio, adonde fui por amor. O al menos por el concepto de amor que tengo ahora, bien cerca de cumplir los 32 años.


Seguramente el Pablo que empezó a escribir este blog allá por... ¿2003? tendría una acalorada discusión al respecto. Tampoco me sorprendería, pues creo recordar que le gustaba discutir incluso por el simple hecho de comprobar que podía defender una idea y la contraria a la vez. Sin despeinarse.

Como decía, vengo de Tokio. Allí salió el tema de este Blog y la cantidad de cosas que aquí quedaron escritas y yo ya no recuerdo. Y voy más allá, algunas de esas cosas ya sólo están en este blog, y no están ya en mi cabeza. Blogger fue algo así como el precursor de iCloud, y todas esas cosas que luego nos vendieron como "la nube". La cuestión es que no me atrevo a leer este diario. Me da pánico revivir mi pasado, los sentimientos que viví o las vivencias que experimenté. Al fin y al cabo siempre presumí de mi capacidad para olvidar las cosas que me han marcado, ¿qué sentido tendría volver voluntariamente a leer lo que escribí?



La cuestión es que por algún motivo creo que era positivo venir aquí y contar las cosas a la nebulosa de anónimos que pudiesen llegar hasta aquí, desde los más extraños resultados de búsqueda. Es así que me dispongo a retomar aquella vieja costumbre de poner algo de música y dejar que las palabras fluyan. Lo que dure la fluidez. No tengo ninguna intención de volver a leer nada de lo que escribí aquí, y seguramente eso tampoco cambie en el futuro, pero... Incluso si así fuese, me encanta la idea de haber ido enterrando etapas de mi vida en este, mi enorme cementerio de recuerdos. Y si algún día me siento preparado y con fuerzas, volver a entrar y, por qué no, dejar algunas flores.