29/4/11

Día 42

Tengo que reconocer que, para gustarme tan poco las matemáticas, me dejo llevar demasiado por mis propios números y estadísticas trasnochadas.


Estadísticas que, todo sea dicho, carecen de mucho rigor. Por no decir que me las saco del bolsillo directamente. Así, ayer me dio por pensar en la ducha que si actualmente ya he vivido un tercio del total de mi vida, y en estos 25 años sólo he conocido a 5 personas de quienes podría afirmar que valen la pena, durante el resto de mi vida sólo conocería a 10 personas más a quienes yo consideraré especiales.

Qué angustia. Teniendo en cuenta que de las 5 que he contado hasta el momento, sólo queda en mi vida 1, cuando tenga 75, ¡sólo habrá 3 en el mejor de los supuestos!. Y eso si no las atropella un coche, o se caen por unas escaleras, o se desangran trabajando con el serrucho. Porque según otra de mis estadísticas, uno de los 3 será carpintero.

Vale, quizás habría estado bien considerar a la gente que uno conoce en los quince primeros años de vida, pero bueno, era una ducha mañanera y quizás me haya dejado algún que otro factor sin considerar.

Cuando cerré el paso del agua, estaba entrando en ese estado de ansiedad mariquita del que hablábamos Pablo y yo el otro día. Realmente parece que la mayoría de homosexuales de Madrid siente esa ansiedad constante de que se acabará el mundo mañana. Vamos, algo parecido a lo que me pasaba a mí en la ducha, pero de manera constante y enfermiza, llegando a creerse que la solución es conocer a ciento veinticuatro chicos diferentes cada semana.

Yo en cambio, creo que soy mucho más sosegado porque sé que lo mío se solucionará en cuanto compre una radio para la ducha. O un huevo de esos para masturbarse. O empiece a darle uso al patito de goma.

Aparte que a ellos lo que les preocupa es no tener nunca pareja, y yo jamás hablaría de eso cuando digo "gentequemerezcalapena". De hecho casi nunca nos emparejamos con gente que merezca la pena, aunque sólo lo descubramos cuando la relación ha terminado.

La verdad es que llevo fatal lo de los tiempos muertos. La ducha es uno de esos momentos en que por el entorno, y por las circunstancias, no me queda más remedio que pensar. Con un poco de suerte, me ducho recién levantado y las grandes preocupaciones son gilipolleces del tamaño de camiones como la que acabo de contar. También tengo un trauma con acostarme a dormir, por eso cada noche, sin excepción, duermo con un capítulo de alguna sitcom. Y también me pasaba en tiempos remotos en los viajes de autobús, etc.

Vamos, que me compraré una radio para la ducha.

27/4/11

Día 40

Lemon Pie

Masa:
Harina; 100grs. Maizena; 100grs. Azúcar; 50grs. 1 Pizca de sal. Mantequilla 100grs.

Formar una arenilla; luego agregar 1 yema + 4 cuacharadas de agua fría + esencia de vainilla. Dejar reposar 20 minutos en la nevera y colocar en el molde.

Crema de Limón:
Ralladura de 1 limón y su jugo. 1/2 litro de agua y 6 cucharadas soperas de azúcar. Agregar 4 cucharadas de maizena disueltas en una taza de agua y poner a cocinar. Apagar cuando espese. Agregar 50grs de mantequilla y cuando esté tibio, dos yemas.

Merengue:
3 claras a punto de nieve. Agregar 3 cucharadas de azúcar por cada clara y unas gotas de esencia de vainilla.



Your ex-lover is dead. Escucha obligatoria.

Vale, no es que se haya convertido esto en un blog de cocina, sino que esta receta lleva años dando vueltas por diferentes ciudades, cajones, cajas de mudanza, cocinas, ha navegado entre claras, yemas, mantequilla, cuchillos, manazas, y demás.


Y ahora que he aprendido que por más tiritas que les ponga a las cosas, acabo por perderlas igual, he pensado que si este blog ha sobrevivido cinco años, es probable que sea más seguro que los cajones, las cajas de mudanza o los cuchillos.

Es mi postre favorito. Incluso ahora que han dejado de gustarme los postres, es mi postre favorito. Mientras transcribía la receta, no pude evitar recordar que una de las parejas que tuve, era especialmente protectora con las recetas familiares. Recuerdo que un día le pedí la receta de los profiteroles que había traído para la cena, y me dijo que lo sentía pero no podía compartir esa receta familiar.

Ahora a la distancia, uno es capaz de comprender que si no comparte sus recetas, quizás tampoco estaba del todo preparado para compartir toda una vida conmigo. Otro caso evidente de que las tiritas no siempre funcionan.

Ayer lloré de nuevo. Venía en el cercanías de cenar en el centro, y en la parada anterior a la mía se subió una señora. Tendría unos 36 años, así, a ojo de alguien que falla siempre que intenta adivinar una edad. Iba bien vestida. Humilde, pero bien vestida, incluso maquillada con cierta clase. Comenzó a explicar cómo desde el lunes anterior se había quedado sin techo por estar en desempleo, y haber intentado mantener la hipoteca de una casa sobrevalorada hasta el final. Se le caían las lágrimas mientras relataba lo duro que resulta decidirse a subir a un vagón de cercanías a pedir mientras se le resquebrajaba la voz, y eran las 23:54 de un martes cualquiera.

Corrí a buscar mi cartera en el bolsillo antes de que llegara el tren a la estación. Recordaba tener una moneda de dos euros allí, y cuando abrí la cartera no había nada. Acababa de pagar con ellos en el maldito restaurante. Algún billete, y nada. Mi cartera no tenía absolutamente nada.

Sé que me vio sacar la cartera e instantes después, bajarme sin darle absolutamente nada. Tuve un nudo en la garganta y lagrimones durante todo el camino a casa, pero al fin y al cabo yo tenía una casa a la que volver. Quizás me hubiera gustado decirle algo, pero una vez más, una situación horrible ante mí y no hice nada. La demás gente del vagón ni siquiera la miraba. Por el amor de Dios, qué más da que te saque un euro una mujer que pide de esa forma en el cercanías... incluso aunque fuera mentira, no puedes quedarte impasible ante el riesgo de que fuera verdad. Es más, aunque fuera mentira la señora merecía unos euros por el pedazo de artista de que estaríamos hablando.

Pero ya sabemos que en Madrid no se quiere, tampoco se siente, ni se padece. ¿La gente no piensa antes de dormir? ¿no se plantea en qué mundo vivimos?. Esta ciudad está repleta de máquinas... pronto en el cercanías serán los iPhones los que lleven iPhones.

Espero que nadie me diga que no se puede ayudar a todos los mendigos de Madrid. No soy un idealista cegado, se trata más de la perplejidad que me provoca la ausencia de emotividad de esa gente. Y sí, me han pedido muchas veces en el metro/cercanías, y la señora no se trataba de ninguna yonki. También tienen sus problemas, pero no se solucionan con dinero precisamente.

Ya hoy, más calmado, me comencé a preguntar si quizás me sentí mal para sentirme bien. Si quizás Phoebe tenía razón en aquel capítulo de Friends en el que afirmaba que todas las buenas acciones son egoístas. Quizás necesito intentar ser buena persona para sentirme bien conmigo mismo. ¿Será eso ser buena persona?... no lo parece.

En fin, en ese punto me di cuenta de que, sea como fuere, pienso demasiado. Y creo que he vuelto a extenderme más de lo previsto, así que ya dejo de parloteo, y volveré cuando esté más animado.

24/4/11

Día 37

4:40 de la madrugada. Suena el despertador, y salto de la cama. La confusión es extrema, y empiezo a preguntarme si todo lo que ocurrió ayer fue real. Por suerte aún estaba en la basura del escritorio la venda ligeramente ensangrentada.


- Uf... menos mal.

Vuelvo a ponerme el uniforme, a las 5:30 tengo que firmar en el aeropuerto. Llego dos minutos tarde, los pelos de punta y los ojos entrecerrados; pero tengo la excusa perfecta: "perdón, había mucho tráfico".

- Son las cinco y media de la mañana.

Vale, el golpe en la cabeza fue real.

Voy a París. Vuelvo de París. Me voy a casa, y me quedo dormido. Despierto asustado pensando que me he quedado dormido y no he ido a trabajar. Pero ya había trabajado hoy.

Hablando con Carlos sobre el pasado hemos llegado a la conclusión de que no odio a nadie. Sin embargo, hay gente a la que no me importaría que atropelle un camión. No es que se lo desee, simplemente que hay gente mala que no me despertaría ese sentimiento de lástima que solemos tener todos por ahí en stand-by esperando a que ocurra alguna desgracia.

No odio porque tengo la inteligencia emocional suficiente como para saber que odiar requiere más concentración de energía que amar. Para más inri, los resultados de odiar no es que sean especialmente positivos. Como hablábamos Carlos y yo, la gente opta por la indiferencia, que, como mucho, consume la energía de a quien va dirigida.

Creo que cada persona nace con una habilidad emocional especial. Hay gente que es muy buena perdonando, hay gente que es muy buena olvidando, hay gente que tiene gran capacidad de rencor... y durante años me preguntaba cuál sería mi habilidad emocional especial.

Al final llegué a la conclusión de que mi habilidad especial consiste en olvidar todo lo malo de las relaciones y quedarme con la esencia de la gente.

Por eso quiero a la gente buena aunque me haya hecho cosas malas, y siento indiferencia hacia la gente mala aunque haya hecho cosas buenas. Sí, debe ser eso.

Y ahora, vuelvo a dormir, que mañana firmo a las 6... aunque quizás con tanto tráfico...

22/4/11

Día 35

No estaba nada seguro de si actualizar hoy o no. Las razones son varias; primero que no soy capaz de recordar todo lo que ocurrió anoche, segundo que no soy capaz de diferenciar lo que pasó realmente y lo que fue un sueño, y tercero porque llevo ocho trillones de horas sin dormir.

Pero he pensado que algún día muy muy lejano, querré recordar lo poco que quedó en mi memoria de estos acontecimientos.

Eran las 22.45 y, como suelo hacer antes de acostarme, bajaba a rellenar mi botellita de agua para que no me den los ataques de sed nocturnos. Es curioso que cuando tengo la botella de agua no bebo jamás, pero si no la subo un día me despierto sediento cada media hora.

Desde mi cama al suelo hay 15 escalones. Superé los 6 primeros sin gran dificultad, pero al séptimo algo debió pasar. Quizás se desplazara unos centímetros... quizás apareció un objeto de forma irregular en mitad de la escalera... quizás recordaría algo más sobre ese escalón si no hubiera sido tan gilipollas de bajar con la luz apagada.

En aquel momento todo parecía fuera de lugar, no era capaz de encontrar mi centro gravitatorio y me desplazaba verticalmente a gran velocidad, y el fantasma que solía encender la tele por las noches, ahora también había pintado con aceite el pasamanos. No había control, y por si fuera poco, alguien había decidido construir en la esquina una columna que hasta ayer no había visto nunca. Y cuando la vi ya la tenía entre ceja y ceja.


Desperté unos minutos más tarde, con lo que parecía una gran resaca, sin entender en principio por qué había decidido dormir al lado de la columna que nunca estuvo allí, con una botella de agua vacía en la mano y un pequeño charco de sangre a mi lado.

- Eh... quizás este charco de sangre no estuviera aquí antes...

- Eh... es posible que no eligiera este incómodo lugar para dormir...

- Eh... ¡¡¡HOSTIAS!!! ¡¡chorreo sangre!!.

Me vestí, y salí corriendo a buscar un taxi.

En el hospital me vendaron apropiadamente, y me drogaron adecuadamente también, porque el dolor iba en aumento. Les di las gracias e intenté irme de allí, porque no me gustan los hospitales, pero me metieron en una cama a la espera de los resultados del TAC.

No sé con exactitud el tiempo que estuve allí, pero recuerdo no parar de decir que tenía que irme a trabajar. "Tienes que quedarte un poco más, duerme un rato". Estaba mojado, drogado y todo me daba aún vueltas por el golpe. Se apagaron las luces y sólo podía mirar por los cristales de la ventana, contra los que chocaba violentamente la lluvia. El señor sedado que había a mi lado, no estaba muy bien sedado, porque de repente me preguntó la hora. "No lo sé, tengo que irme de aquí". Empezaba a parecerme a Leonardo DiCaprio en Shutter Island. "Mejor descansa un poco".

No podía descansar, todo daba vueltas y no parecía real, parecía estar viviendo una película de la cual se habían cortado pedazos que no podría siquiera imaginar "¿Dónde están mis llaves? ¿En qué he venido al hospital?... Será mejor que descanse". Pero sólo podía pensar en lo que había hecho mal en mi vida. "J me odia". "Si J me odia no podré dormir, ni ahora ni nunca más". "Podría escribirle a J para pedirle que no me odie".

- J, ¿estás despierto?

- Sí. Dime.

- Por favor, no me odies.

- No te odio, es sólo que nuestras vidas deben estar separadas. Pero te deseo lo mejor.

Lo último que recuerdo fue llorar mucho sin saber por qué. El señor mal sedado me preguntó "¿qué te pasa ahora?". "Nada, voy a descansar." le contesté.

- Gracias por no odiarme, J.

Caí muerto. A las 3AM vino una enfermera a decirme que los resultados del TAC no mostraban nada preocupante, pero que el doctor me recomendaba quedarme en observación hasta por la mañana. "No, trabajo dentro de dos horas. Me marcho, muchas gracias."

Llegué a casa, me duché y me fui a trabajar. Pese a todo lo que había pasado me sentía bien. Sentía como que todo el sinsentido de esa noche en realidad había tenido su sentido.

Era todo exactamente igual, pero totalmente diferente...

Ya otro día os cuento lo divertido que fue trabajar 11 horas en ese estado :).

20/4/11

Día 33

Últimamente no sigo muchos blogs. Es decir, leo varios, pero no sigo muchos.

Esto se parece cada vez más a la transición que vivimos de la tele a Youtube, netflix o megavídeo. Antes uno tendía a ver los canales de televisión que más le gustaban, puesto que era más cómodo que levantarse a buscar el mando de la tele. Es curioso el tiempo que perdíamos buscándolo si siempre estaba entre los cojines del sofá...


Pero como iba diciendo, igual que ahora vemos sólo lo que nos interesa de la tele (y cuando nos interesa), en el mundo blogueril ha comenzado a pasar lo mismo. Ya casi no leemos a Menganito porque queremos saber de Menganito, sino que leemos a Menganito porque nos interesa más el contenido que él genera para el público, ya sea en forma de chistes, canciones o frases pastel de twitter, que su propia vida y obra.

Somos algo así como devoradores de contenido, deshumanizando incluso lo único medio humano que quedaba en la red. Los blogs.

También es verdad que entre tanta falsa autobiografía, tanta realidad edulcorada, y tanto melodrama es normal que la gente haya dejado de pensar en quién hay detrás de quien escribe cada cosa, y nos centremos más en qué queremos leer y cuándo queremos hacerlo.

Hablando con Nepomuk el otro día, me decía que casi nunca entro en su blog, y, aunque sí que entro muy de vez en cuando, es verdad que ya no lo sigo como lo podía seguir años atrás. Es efecto y defecto de lo que comentaba más arriba. Su blog probablemente es hoy en día, y en líneas generales, mucho mejor, más maduro y mejor escrito, pero las dosis de humor vienen más diluídas que tiempo atrás. Esto no quita que la forma de escribir de ese enano sea de las que más me hayan atraído nunca, pero supongo que yo ahora leo mayormente cosas en clave de humor.

Lo que me lleva a mencionar un nuevo descubrimiento blogueril para los amantes del sentido del humor. A mí personalmente me ha encantado el blog de Mi amigo Walter, así que recomiendo una lectura/visionado a todos los devoradores del género.

Y poco más que contar hoy, ya que haciendo caso a mi propia teoría, no os importa una mierda lo que me ocurra, sino el cómo lo cuente. Y entre eso y que no ha pasado nada interesante últimamente... mejor lo dejamos para la próxima edición.

17/4/11

Día 30

Hoy vuelvo a sentirme pequeñito.

The Mountain from Terje Sorgjerd on Vimeo.

Trabajar tan temprano por la mañana hace que veas cosas que normalmente no ves. Te fijas en la soledad de la señora de la limpieza, que trabaja con sus auriculares cuando la mayoría de la gente duerme. En el señor que espera en la parada del autobús a las 4:35, y te preguntas a dónde irá.

Tan temprano me da por preguntármelo todo. ¿A dónde voy yo?. A trabajar, sí... pero ¿por qué?. Llegando al aeropuerto veo los abrazos de despedida, las lágrimas de la gente, y los corazones rotos a uno y otro lado del control de seguridad.

Ese control de seguridad que hace de barrera divisora de los sentimientos, convirtiendo las parejas en individuos y las familias en padre e hijo, o hermano y hermana. Pero yo puedo pasar una y otra vez esa barrera en el sentido que me plazca, pues yo no soy nadie allí. No tengo ningún papel; ni hermano, ni amigo, ni amante. Y por eso tengo la libertad de ignorar esa barrera que para mí no significa nada.

Mientras camino hacia la puerta de embarque miro las caras de quienes esperan a entrar en el avión, y me pregunto qué hacen ellos allí. ¿Qué esperan encontrar al salir del aeropuerto de destino?. Me apasionan las motivaciones de los demás porque yo casi no conservo ninguna. Les miro, y me veo de pequeño esperando en una sala de espera similar, con la esperanza de que, al bajar de aquel avión, mi familia estuviera esperando.

Pero sólo he cambiado yo. Mi papel es lo único que ha variado en ese entorno, pasando de sentirme en cierto modo protagonista como en mi infancia, a ser la oportuna pieza de un puzzle enorme. Una pieza sin contornos definidos y monocroma, que podría encajar en cualquier parte.

Sin embargo, de algún modo, alguien tiene que ser esa pieza ocupando ese lugar.

13/4/11

Día 26

Y estoy enfermo. Enfermo enfermo, pero aún así no he pedido la baja, porque si bien mi trabajo no me apasiona sobremanera, es el único que tengo.


Mocos tan verdes que parecen radiactivos, dolores de garganta que sólo remiten a la tercera copa de sangría, y dolores de cabeza que van y vienen sin preaviso. Por no hablar del oído, que abandoné mi antiguo sistema de audición stereo 2.0 para oír en mono usando sólo el izquierdo.

Por lo demás bien, sigo haciendo cosas para no morir de aburrimiento, aunque corro el riesgo de morir de enfermedad. Quizás me curaría un poco más rápido si dejara la otitis, el resfriado y la irritadísima garganta en casa por un día, pero no soy capaz.

Hoy, fuimos a cenar con Eloi, Jaime y Yanyan a nuestro restaurante chino favorito. Vamos tanto que ya tengo confianza suficiente para hacer bromas en chino con los camareros. Me lo paso en grande comiendo con palillos, tengo tanto nivel que ya lo he puesto en la nueva edición de mi curriculum.

Tras la sangría, la comida, y la charla superficial, Eloi y yo nos dimos cuenta de que pese a la amistad que tenemos desde hace año y meses, no sabemos tanto el uno del otro. Más bien no sabe tanto él de mí, quizás. Y es que no me interesa demasiado el darme a conocer; tengo la eterna sensación de estar perdiendo mi tiempo y haciendo a los demás que pierdan el suyo.

- ¿A qué edad perdiste la virginidad?

- No recuerdo... ¿19? ¿20?

- Haaaalaaaaaaaaaa, ¡¡qué tarde!!... no das esa imagen para nada. No serás de esos que pueden contar a los que se han tirado con los dedos de una mano... ¿no?

- Hombre... con una mano creo que no...

Pero la realidad es que sí. Vine pensándolo en el autobús y, con una mano, tengo de sobra. ¿A qué imagen se refería? Aún sigo preguntándome. 'No estoy orgulloso del histórico de mi vida sexual. Pero tampoco avergonzado' aclaré al final. ¿Qué imagen doy?.

- Desde luego, de cualquier cosa menos de mojigato.

Es que no lo soy. No me acuesto con cualquiera por el simple hecho de que cualquiera no me atrae. Quizás sea yo muy exigente con ese hobbie, pero si yo respeto a los que sólo van al cine a ver películas de las que esperan muchísimo, hay que entender a quien sólo folla con quien le excita muchísimo. O quiere muchísimo. O ama muchísimo.

Aunque según me dijeron hoy tampoco aparento ser romántico. Yo estoy convencido de que el motivo es que su concepto de romanticismo es regalar rosas en San Valentín, y mi concepto de romanticismo es no salir en 7 días de un hospital cuando mi pareja está internada. Seamos sinceros; el hecho de decir "te quiero" no es romántico. Sentirlo es romántico incluso aunque no se lo digas a nadie.

Mi romanticismo no se ve. No hay rosas, no hay poemas; sólo lágrimas que no se ven, y sentimientos que se difuminan entre rosas condenadas, tequieros sin vida y poemas más trabajados en sus formas que en el fondo.

Necesitamos igualmente ese concepto del amor que incluye las rosas, los poemas, y los tequieros. ¿Cómo si no iban a poder diferenciarlo aquellos que no han amado nunca?

8/4/11

Día 21

Hoy fui a cenar con José, amigo y excompañero de trabajo, que actualmente convive con una turbia relación que empaña su vida, y por extensión la de todos los que le rodean.


Me angustia bastante hablar con él sobre ese tema. En parte, porque me recuerda al Yo del pasado en su constante negación de la realidad y modificación del pasado. Por si no fuera poco, escribe su futuro con trazos de esperanza y, por qué no decirlo, con bastante imaginación.

Aún sabiendo que nada de lo que le digo le llegará de verdad, puesto que está cegado por sus deseos de recuperar lo que piensa que tuvo, hago un enorme esfuerzo por hacerle notar lo que tanto me costó aprender. Esta noche no paraba de repetir lo mucho que le dolería perderlo.

"No es tuyo, sólo comparte su vida contigo"

Y lo hace por interés. No digo esto por ser cruel, sé que en su estado es difícil ver que el amor incondicional que tanto nos venden en televisión, está reservado para películas sobre barcos que se hunden o parejas que se comunican mediante una medium negra, pero creo que no pensar en lo inalcanzable es bueno para despertar.

El amor es, al menos en sus inicios, otra forma de interés. No es material; no intento confundir eso con el amor, pero es el interés más básico de todos. Nos gusta sentirnos bien al lado de alguien que se sienta bien, y para que eso ocurra es requisito indispensable que esa persona sea feliz. No que esté feliz, sino que sea feliz, o quiera serlo.

Recuerdo haber comentado alguno de los cinco años que llevo escribiendo este blog, que había dos tipos de personas, las que desprenden energía y las que consumen energía, y creo que es aplicable a todas las relaciones de la vida. Y el amor no iba a ser una excepción... si no hay cierto equilibrio se irá a la mierda.

Hay mucha gente que piensa que ser feliz por uno mismo, independientemente de la felicidad de los demás, es egoísta, pero la realidad es que no hay ninguna alternativa válida a ser feliz por uno mismo.

"No dejes tu felicidad en sus manos. Ni en las de nadie" le dije luego.

Siendo feliz contagias tu felicidad a quienes te quieren, y les acercas a tu vida. Cuando estás triste y sólo drenas energía, entristeces a quienes te rodean y, sin siquiera darte cuenta, les alejas de ti. No intento ponerme excesivamente metafísico. Lo que comento es, sobre todo, sentido común.

El amor es, en cualquier caso, una travesía complicada. Hacemos una parte del viaje con la razón, pero los sentimientos hacen un viaje paralelo cuyo volante no podemos controlar. Están relacionados pero no son equidistantes.

Siempre imagino el amor como un viaje en vespa con sidecar, solo que en lugar de estar unidas por una sólida estructura metálica, se unen por un elástico que va cediendo en flexibilidad. Así, cuando la distancia entre la moto (razón) y el sidecar (sentimientos) es demasiado grande, ¡CLAC!. Ahora tenemos una vespa en Móstoles y un sidecar en Guadalajara.

*Teoría de la Vespa y el sidecar.

Qué se le va a hacer, estamos aquí para ser felices. Ya sea llevando una flamante Vespa con su sidecar, o un triciclo con cuatro latas atadas detrás.

6/4/11

Nathalie

Resulta ser que tuve una novia.

Bueno, a decir verdad tuve varias, pero una sola encajaba realmente en el concepto de novia más extendido, puesto que la quería de verdad y no teníamos sexo. Luego tuve otras, sí, pero sólo eran una pieza más de un puzzle. Un puzzle que si hubiera tenido nombre habría sido "Coloca en orden toooodas estas hormonas".


Es una historia muy curiosa porque ambos teníamos 5 años la última vez que nos vimos. Nos despedimos en la escuela en la que hicimos lo que en Argentina se llama el jardín de infancia, y cada uno le llevó un regalo al otro. Recuerdo haber llorado mucho aquel día, porque aunque es difícil de creer, pienso que aquella vez asumí, por primera vez, que no siempre dependería de mí el ver a la gente a la que quería.


Yo le regalé un conejito depeluche a ella, y ella me regaló un perrito rosa a mí. Raro es que ambos recordemos aquello con mucho cariño dos décadas después. Surrealista es que ambos conservemos dichos peluches, pero lo que es acojonantemente alucinante y escalofriantemente premonitorio, es que veintiún año después yo sea gay y ella lesbiana.

La cosa es que lo descubrí porque ella se pasó mucho tiempo intentando ponerse en contacto conmigo, cuando yo a duras penas la mantenía en mis recuerdos a través de Pochoclo, mi perrito de peluche rosa. Un buen día, y gracias a que mi padre tiene una ajetreada vida online, Nathalie consiguió dar con él, y a través de él, conmigo.

Me ha gustado mucho saber de ella. Es difícil de creer que alguien con quien sólo compartiste dos años de vida a edad temprana, pueda recordarte con tanto cariño como para pasar años y años tratando de volver a ponerse en contacto. Y justo hoy es lo que necesitaba, después de experimentar con mis propios sentimientos lo fríos que podemos llegar a ser.

En cualquier caso, mil millones de gracias, Nathalie, por empezar conmigo el peligroso camino de querer a las personas, y aparecer, cual ángel de la guarda, para devolverme un poco de esperanza en los seres humanos cuando más me hacía falta.

4/4/11

Día 17

Aunque me considero un 'lobo solitario', debo reconocer que me gusta la sensación esa de que no me dejen en paz de vez en cuando. Y la verdad es que desde que empezaron las vacaciones me he sentido así la mayor parte del tiempo.


Especialmente este fin de semana, que con la visita de José y Bego, he dormido 10 horas en total, habré caminado más que los protagonistas de The Way Back, y he consumido más litros de alcohol que los que compra el Gregorio Marañón. Cada año.

Por eso tengo la sensación de que lo pasamos genial, y a pesar de las lagunas espacio-temporales, las pruebas gráficas que han ido apareciendo parecen confirmar lo que mis recuerdos intuían.

A pesar de los buenos momentos, de los efectos analgésicos y desinhibidores del alcohol, y el cariño de mucha gente, a ratos aún siento que me acompaña aquella canción de El sol no regresa.

Ayer hubo algo así como una marcha Zombie por Madrid. Nos costó horrores encontrar algún sitio en el que cenar por el centro, ya que todo parecía un escenario del próximo Resident Evil, pero finalmente encontramos un pequeño restaurante de comida casera en el que todo estaba bastante bueno. Eso sí, el vino de la casa tenía un sabor muy cercano a lo que sería mezclar alcohol 96º con la tinta de un calamar. Disgusting.

A los tres tragos ya hacía eses para ir al baño. Momento que quedó guardado en la cámara de bego, en lo que sin duda es la foto en la que mejor salgo de todo el fin de semana:


¡Os podéis imaginar cómo son el resto!.

Eso sí, pese a la sensación de estar bebiendo alcohol de curar, sus efectos cumplieron a la perfección, porque hacía meses que no estaba yo tan sociable como ayer. Es más, no sólo hablé con mis amigos y con los amigos de mis amigos, sino que le dediqué diez minutos enteros a un hombrecillo rarísimo que, en un intento de algo impreciso, estuvo contándome largo y tendido lo mucho que le gustaba mi camiseta, y todo lo relacionado con Otto, the automatic pilot. Es más, reaccioné súper bien cuando me dijo "¿Te importa si te espero en la puerta del baño mientras vas a mear?".

El domingo nos tocó un día lluvioso como hacía varios meses que yo no veía, y con el paso de la tarde a la noche, poco a poco las visitas se fueron marchando y dejando esa paz que no estaba muy seguro de si echaba de menos. En general fue un fin de semana muy grande, aunque tras varios tequilas, sigo con la sensación de que las nubes se van pero el sol no regresa.