2/10/17

Sebas


Volvía yo del supermercado hace escasos 5 minutos y vi que había una ambulancia aparcada en la puerta del edificio. Cuando abrí la puerta del portal, me encontré por primera vez con Sebas. Tendrá unos 35 años, y está en una silla de ruedas.
Lo acababan de bajar los enfermeros desde el ático, y estaba con el vecino. Con el vecino bonachón de barba y dos perros; él ayudó a los auxiliares a pasar a Sebas a la camilla, mientras yo asistía a la escena como un espectador con una bolsa llena de comida basura.

"¿Estás bien, Sebas?" preguntó el vecino bonachón de los perros. Sebas asintió con la cabeza y acto seguido llamó al ascensor.

"Puges?", me preguntó el vecino bonachón. "Sí, sí" y como pude, subí al ascensor.

- Pobre Sebas.
- No lo conocía, la verdad.
- Vivía en el ático con su novio. Le operaron varias veces de un cáncer. Su novio también con movilidad reducida, el pobre. Se acaban de despedir. No volveremos a ver a Sebas por aquí.
- Pobre Sebas... (se abre la puerta del ascensor)
- Venga, adeu.

"Adeu" le contesto mientras salgo del ascensor. Y entré en casa. Nunca conocí a Sebas, pero me quedé con muchas ganas de llorar. Supongo que porque yo podría ser Sebas. En realidad, cualquiera podría serlo.

4/9/17

Horas bajas

Tengo que confesar que son horas bajas. Como la mayoría de las horas que he pasado frente a esta hoja virtual en blanco, a decir verdad.


Son horas bajas porque se mezcla la desesperanza, que comienza a aflorar tras semanas de esperar unas señales que no llegan, y ver cómo los días son cada vez más cortos, cómo pasamos del aire acondicionado al ventilador, del ventilador a las sábanas hasta la cintura, y de ahí al nórdico hasta los hombros. Y eso significa que un año más está a punto de hacer click, una pequeña ruedecita que pasará del 31 al 32, como aquel contador que solíamos utilizar para contar a los pasajeros que teníamos a bordo.

Nunca me gustó cumplir años. Al menos desde cuando aquello era una herramienta para conseguir aquel caprichito que yo no me podía pagar... (gracias mamá, Jorge, y todo el que contribuyó a lo largo del primer cuarto de siglo). Pero ahora que, cada vez más, el calendario me recuerda en números negativos el tiempo en el que debí haber logrado según qué cosas, el peso se me hace más difícil de soportar. La suma de intentos fallidos de lograr todas esas cosas se apila como la ropa sucia en el cesto, sólo que esos intentos no se pueden lavar.

Me desconcierta que a mi alrededor la gente esté muy ocupada para plantearse este tipo de cosas. Tienen proyectos, rutinas que implican contacto con otros seres humanos que distraen su atención. Nadie tendría tiempo de plantearse estas cosas y, menos aún, de venir a contarlas a un blog por donde no pasa casi nadie.

Pero yo, para bien o para mal, sí tengo tiempo.

24/8/17

La nebulosa del futuro

Vivo días convulsos en cuanto a la cantidad de cosas que podrían pasar o no pasar inminentemente. Es por eso que no he vuelto por aquí a contar nada, en espera a que pronto haya muchas cosas que contar.

Mientras tanto, estoy viendo Juego de Tronos en un último intento de integrarme en la sociedad moderna. La cuestión es que las series con tanta sangre y crueldad innecesaria se me hacen difíciles de digerir, entonces llevo una temporada y media pero me he enterado de media temporada. No pasa nada, persevera y vencerás.

Para quien no sepa cómo catalogarla, es una especia de Friends, pero ambientada en la edad media, salvo que los amigos se traicionan TODOS, y para la tercera temporada sólo queda vivo Ross. Está bien, no tiene nada que ver con Friends.

De resto, os mantengo en vilo, como ocurre al final de cada capítulo de Juego de Tronos, hasta la próxima publicación.

15/8/17

Your name.

Os conté que hace un par de días salí de Japón. De Japón me traje algún que otro disgusto, varias alegrías y un par de miles de yenes sin gastar. Quizás calculé mal.

En esta ocasión tuve la suerte de volar en una compañía nipona hasta Taiwan, en la que pude disfrutar de un servicio excelente, como aquellos que solían dar todas las aerolíneas en los 80. Y no quedó ahí la cosa; entre la selección de películas encontré una que hacía ya tiempo quería ver. Your name.

A "Your name" se le ha dado mucha publicidad y eso me hizo pensar que quizás era puro marketing, pero... ¡Ay! Teníais que haberme visto evitando pestañear para no mojar en lágrimas mi ternera con salsa teriyaki.



¿Le has dado ya al Play? No os voy a contar nada sobre la película, por si quedase alguien que pasara por aquí y no la hubiese visto aún, pero tiene mensajes profundos, embellecidos con una animación preciosista y una banda sonora rompecorazones que le viene que ni pintada.

El viaje asiático está llegando a su final. Me gustaría decir que me da pena, pero el clima en Taiwan es irrespirable fuera (44º de sensación térmica) e iglú en las tiendas e interiores, una combinación que nos trae a mí y a mi resfriado (con el que tengo una relación más larga que algunas amistades) por el camino de la amargura. Sumado a una época de emociones fuertes, le comentaba hoy a alguien que llegó el momento del parón. De pisar el freno, y reflexionar en casa, sentado junto a un mate, hasta recuperar las energías que me vienen faltando.

Creo que haber retomado esto contribuye a ese "reflexionar" que tan olvidado he tenido en esta última etapa de mi vida. Razonar y actuar, en lugar de hacer todo lo contrario.

14/8/17

El cementerio de recuerdos

Estoy en Taipei, capital de Taiwan, donde son la 1:57 de la madrugada en el momento en el que escribo estas líneas. Llegué aquí hace un par de días desde Tokio, adonde fui por amor. O al menos por el concepto de amor que tengo ahora, bien cerca de cumplir los 32 años.


Seguramente el Pablo que empezó a escribir este blog allá por... ¿2003? tendría una acalorada discusión al respecto. Tampoco me sorprendería, pues creo recordar que le gustaba discutir incluso por el simple hecho de comprobar que podía defender una idea y la contraria a la vez. Sin despeinarse.

Como decía, vengo de Tokio. Allí salió el tema de este Blog y la cantidad de cosas que aquí quedaron escritas y yo ya no recuerdo. Y voy más allá, algunas de esas cosas ya sólo están en este blog, y no están ya en mi cabeza. Blogger fue algo así como el precursor de iCloud, y todas esas cosas que luego nos vendieron como "la nube". La cuestión es que no me atrevo a leer este diario. Me da pánico revivir mi pasado, los sentimientos que viví o las vivencias que experimenté. Al fin y al cabo siempre presumí de mi capacidad para olvidar las cosas que me han marcado, ¿qué sentido tendría volver voluntariamente a leer lo que escribí?



La cuestión es que por algún motivo creo que era positivo venir aquí y contar las cosas a la nebulosa de anónimos que pudiesen llegar hasta aquí, desde los más extraños resultados de búsqueda. Es así que me dispongo a retomar aquella vieja costumbre de poner algo de música y dejar que las palabras fluyan. Lo que dure la fluidez. No tengo ninguna intención de volver a leer nada de lo que escribí aquí, y seguramente eso tampoco cambie en el futuro, pero... Incluso si así fuese, me encanta la idea de haber ido enterrando etapas de mi vida en este, mi enorme cementerio de recuerdos. Y si algún día me siento preparado y con fuerzas, volver a entrar y, por qué no, dejar algunas flores.