Con estos pañuelos concretamente, recuerdo estár volviendo en el metro de Madrid de las ferias de mi pueblo rodeado de un par de amigos un día de tormenta. Durante unos segundos me quedo en blanco pensando en ello, y me cuesta mucho volver al mundo real.
Realmente no tiene ningún sentido porque en mi pueblo no hay metro ni en Madrid hay feria, pero cuando huelo los pañuelos realmente creo recordar algo similar a eso. Y sé lo que estáis pensando, pero si de verdad hay droga en estos pañuelos fueron demasiado baratos.
Otros olores que me me cortocircuitan la mente son: cesped recién cortado (días de acampada con mi familia), lluvia (días de fantasear bajo una manta mirando por la ventana), axe verde (días con él), azahar (noches de verano paseando por la playa), el mar (vacío, noche, soledad, tranquilidad, despreocupación), cáscara de naranja (días muy humildes), tierra húmeda (días de campo), eucalipto (noches en el hospital), palomitas de maíz (la olvidada tradición de ir al cine, sin importar que se proyectara la película), gasolina (largos viajes en coche con mis padres), y un interminable etcétera.
A veces vivir de los recuerdos no es tan malo, incluso si poco tienen que ver con lo que de verdad pasó, ¿no?