Yendo allí caí en la cuenta que hoy no habría madrugado. Primer fallo de lo que sería una cadena. Entré en esa especie de Hall de puertas acristaladas donde solía estar, pero su puesto estaba cerrado y no había nadie allí; eran las 16.15 y me extrañó su ausencia.
Le pregunté a una señora que había metida en una especie de pecera: "perdone, ¿el chico que suele estar ahí con los periódicos?". "Al fondo de este pasillo a la izquierda", me contestó muy rápido.
Caminé siguiendo sus instrucciones, y efectivamente, allí había un puesto de periódicos, y éste estaba abierto. Eso sí, mi chico de los periódicos había cambiado hasta el punto en que ahora era sudamericano, muy moreno y tenía los pelos de punta.
Recorrí todo el campus, hasta que, cansado de dar vueltas y husmear en todas partes, salí por una de las puertas con cristales. "Si ve al chico de los periódicos, ¿puede darle esta lata?. Gracias".
Y así fui a casa de Eloi, a despedirme también de él, para luego volver a hacer la maleta a casa.
Coño, ¡¡¡¡la maleta!!!!.
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