2/6/10

Eurovisión y deseos de cosas imposibles

Todos los años digo que el año que viene no veré eurovisión, que el sistema de votaciones es de lo más cutre, y el 70% de las canciones me parecen horribles.

Pero este año fue diferente, entre la polémica del energúmeno de "comedme la polla", el espontáneo que le dio un poco de interés a la actuación del chiquitito, pequeñito, y algunas muy buenas canciones como la de Bélgica, no me arrepiento nada de haberlo visto.

La semana pasada no tuve tiempo de actualizar, me pasé la semana entera yendo y viniendo de Portugal. Voy tanto que ya empiezo a acostumbrarme al hotel del terror con moquetas verdes, y a su cama gigante con más almohadas por metro cuadrado que personas viven en Tokyo. A lo que no me acostumbro es a comer tanto, me estoy poniendo gordo.


El otro día, a raíz de los sueños repetitivos en los que se me acaba el mundo, me preguntaba el tiempo que realmente me quedaría para hacer las pocas cosas que me quedan por hacer. Dice un chico que hay que hacer todo lo que queremos hacer cuanto antes, para que la muerte no nos encuentre con cara de idiotas.

Entonces me puse a pensar qué soñaba con hacer en la infancia y adolescencia. Soñaba con independizarme de mis padres, con dejar de llorar, soñaba con volar mucho, cuando tenía 8 años escribí a papá noel con el deseo de trabajar en un tren de alta velocidad, con 15 soñaba poder cobrar más de 300.000 pesetas aunque sea un par de meses de mi vida, con 17 moría por vivir un romance de película y con 21 quise ir a visitar Alaska. Ese es el último deseo que puedo recordar.

Lo cierto es que de algún modo es una pena ir cumpliendo los pequeños sueños del pasado porque es lo único que nos une a él. En el momento en que me independicé el sueño de la infancia se fusionó con la realidad y dejó de ser un sueño, y el pequeño plabli que deseaba eso dejó de existir también.

Aún así estoy satisfecho, para bien o para mal se cumplieron muchos de los deseos del pasado. Dejé de llorar, trabajé en trenes de alta velocidad, volé mucho (casi me atraganto), tuve un romance de película (Romeo y Julieta también fue una película) y el sueldo dejó de ser un sueño incluso antes de cumplirse.

Entonces, en definitiva, queda el deseo de ir a Alaska, por lo que he decidido que ese será el destino de mis próximas vacaciones. Porque entre otras cosas no me gustan los lugares llenos de gente y no me gusta el calor, así que queda descartado lo de ir a Tokyo en agosto. Aún queda por planificar el cómo llegar hasta allí, pero seguro será toda una experiencia. Miedo me da.

Como decían en los mundos de Coraline... ten cuidado con lo que deseas, podría hacerse realidad.

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