29/4/11

Día 42

Tengo que reconocer que, para gustarme tan poco las matemáticas, me dejo llevar demasiado por mis propios números y estadísticas trasnochadas.


Estadísticas que, todo sea dicho, carecen de mucho rigor. Por no decir que me las saco del bolsillo directamente. Así, ayer me dio por pensar en la ducha que si actualmente ya he vivido un tercio del total de mi vida, y en estos 25 años sólo he conocido a 5 personas de quienes podría afirmar que valen la pena, durante el resto de mi vida sólo conocería a 10 personas más a quienes yo consideraré especiales.

Qué angustia. Teniendo en cuenta que de las 5 que he contado hasta el momento, sólo queda en mi vida 1, cuando tenga 75, ¡sólo habrá 3 en el mejor de los supuestos!. Y eso si no las atropella un coche, o se caen por unas escaleras, o se desangran trabajando con el serrucho. Porque según otra de mis estadísticas, uno de los 3 será carpintero.

Vale, quizás habría estado bien considerar a la gente que uno conoce en los quince primeros años de vida, pero bueno, era una ducha mañanera y quizás me haya dejado algún que otro factor sin considerar.

Cuando cerré el paso del agua, estaba entrando en ese estado de ansiedad mariquita del que hablábamos Pablo y yo el otro día. Realmente parece que la mayoría de homosexuales de Madrid siente esa ansiedad constante de que se acabará el mundo mañana. Vamos, algo parecido a lo que me pasaba a mí en la ducha, pero de manera constante y enfermiza, llegando a creerse que la solución es conocer a ciento veinticuatro chicos diferentes cada semana.

Yo en cambio, creo que soy mucho más sosegado porque sé que lo mío se solucionará en cuanto compre una radio para la ducha. O un huevo de esos para masturbarse. O empiece a darle uso al patito de goma.

Aparte que a ellos lo que les preocupa es no tener nunca pareja, y yo jamás hablaría de eso cuando digo "gentequemerezcalapena". De hecho casi nunca nos emparejamos con gente que merezca la pena, aunque sólo lo descubramos cuando la relación ha terminado.

La verdad es que llevo fatal lo de los tiempos muertos. La ducha es uno de esos momentos en que por el entorno, y por las circunstancias, no me queda más remedio que pensar. Con un poco de suerte, me ducho recién levantado y las grandes preocupaciones son gilipolleces del tamaño de camiones como la que acabo de contar. También tengo un trauma con acostarme a dormir, por eso cada noche, sin excepción, duermo con un capítulo de alguna sitcom. Y también me pasaba en tiempos remotos en los viajes de autobús, etc.

Vamos, que me compraré una radio para la ducha.

3 comentarios:

Walter dijo...

¿Todo eso lo pensaste en la ducha? Qué derroche de agua :S

Pablo dijo...

Eso lo dices porque no sabes la velocidad a la que vuelan mis pensamientos. ¡Envidioso! :D.

Anónimo dijo...

Uf, yo uso el iPod y unos altavocillos a pilas... pero hay que tener cuidado con las playlists por que se puede convertir en un auténtico coñazo como se te haya colado algo que no te apetece.

Por otro lado, decir que a mí también me pasa... también cuandro lavo los platos. Tardo eternidades por que me pongo a darle vueltas a las cosas xD

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