Hoy, cuando tuve que sacarla para seguir rellenando documentos que ni yo mismo entiendo, volvió a perder parte de su capa plástica externa, y se le salió parte de la tirita. ¡Casi me da un infarto!.
Me di cuenta de cuán absurdo era cuando, como quien cura una herida a un miembro de su familia, me vi pasándole alcohol a donde se encontraba la vieja tirita y al resto de la tarjeta, para a continuación pegarle una nueva tirita idéntica a la que tuvo por primera vez.
No sé por qué, pero tiendo a hacer esa idiotez, y voy pegando tiritas a las cosas que, por un motivo u otro han significado mucho o tienen algún tipo de importancia no identificada. Lo que tengo claro es que a lo que le pego una tirita no lo quiero perder, ya sea materialmente o aquello que representó.
Por ejemplo, este peluche fue mi primer peluche en España. Lo encontró mi padre en en un falso techo de la primera casa en la que vivimos, y bajó a por él. El leoncito lo encontramos en 1991. Tiene esa tirita puesta desde aproximadamente 2001.
Con esta cartera he pasado los últimos 3 años, que, con todos los malos momentos, han sido probablemente los más intensos que haya vivido en toda mi vida. La tirita la compré en Italia, en un pequeño mercado del pueblo de Ciampino. Me llamaron la atención porque ese día me había picado una abeja, y como me picó en el cuello y soy alérgico se me puso rojo. Pensé que si eran rojas con dibujitos disimularían más la hinchazón en el trabajo. Estaba equivocado.
2 comentarios:
Acabo de recordar que hoy pensaba escribir sobre el libro, Chaperos, pero he pensado que toda la reseña que necesitáis, es que el libro es espeluznante, enfermizo y sobre todo: NO LO LEÁIS.
Yo no tengo tirita.... TTTT______________TTTT
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